A la hora de visitar París, no se nos debe pasar de visitar los puentes que existen sobre el Río Sena,
El río que divide la ciudad en dos orillas, la derecha y la izquierda.
El río tiene 13 km a lo largo de la ciudad y tiene más de 30 puentes que cruzan de una orilla a otra. Pero 3 de ellos son los más famosos de todos.
Puente de Alejandro III:
Construido para la Exposición Universal del año 1900 une la explanada de Les Invalides con la zona del Grand y Petit Palais.
El puente tiene varias columnas de nada menos que 17 metros con caballos dorados en la zona superior de sus extremos. A lo largo del puente, existen varios candelabros negros y otros elementos decorativos que convierten al puente en espectacular
Impresionante puente, caracteristíco de la Tercera República Francesa-
Se trata del puente más largo de París y su primera piedra la colocó el zar Nicolás II de Rusia en 1896 y fue inaugurado en 1900.
Fue diseñado por los arquitectos Joseph Marie Cassien-Bernard y Gaston Cousin, y sus ingenieros fueron Amédée Alby y Jean Résal.
Es una de las primeras estructuras prefabricadas del mundo, sus partes fueron fundidas y forjadas en Le Creusot, y se trasladaron hasta París y colocadas sobre el Sena gracias a una inmensa grúa.
Fue declarado monumento histórico en 1975.
Pont de l'Alma:
Pont Neuf, o Puente Nuevo:
Si en París hay un puente que podamos calificarlo de "histórico" es, precisamente, el Pont Neuf.
Su traducción del francés vendría a ser "Puente Nuevo", pero su nombre no hace honor a su historia. Hoy en día, el Pont Neuf está considerado monumento histórico de Francia conjuntamente con el Pont Marie y el Pont Royal, los tres puentes más antiguos de la capital de París.
Pero, el Pont Neuf, de todos ellos, es el puente más antiguo de los que quedan en pie.
El Pont Neuf toma este nombre porque, tras muchos puentes de madera, es el primero que se construye en piedra. Eso introdujo una novedad respecto ala construcción de los puentes en el siglo XVI.
Su construcción se decidió en 1577.
El 2 de noviembre de ese año, el Rey Henry III designa una comisión que sería la encargada de garantizar la correcta construcción del puente así como de realizar el seguimiento de los trabajos.
La construcción quedó autorizada mediante carta real el 16 de marzo de 1578.
El 31 de mayo de 1578, Henry III colocó la primera piedra del Pont Neuf en presencia de la Reina madre Catalina de Médicis y de la Reina Luisa de Lorena.
La construcción del puente se realizó bajo los reinados de Henry III y Henry IV, entre 1587 y 1607.
La obra se retrasó y los trabajos se suspendieron durante diez años, entre 1588 y 1598, por culpa de las guerras civiles.
En 1599, el propio Henry IV solicitó la reanudación de las obras que encargó a Guillaume Marchant y François Petit.
El 23 de agosto de 1614, cuatro años después del asesinato del Rey, se inauguró una estatua ecuestre de Henry IV, encargada a Giambologna por María de Médicis y que se colocó en un terraplén de la Isla de la Cité, entre los dos contrafuertes del puente.
La estatua quedó destruida durante la Revolución Francesa y sustituida durante la Restauración por una nueva estatua, inaugurada en 1817, obra del escultor Lemot.
Como la mayoría de los puentes construidos en esa época (siglos XVI-XVII), el Pont Neuf está compuesto de una serie de arcos cortos.
El Pont Neuf fue el primer puente que cruzó toda la anchura del Sena, ya que conecta la orilla izquierda con la orilla derecha atravesando la parte más occidental de la Isla de la Cité, lugar donde se encuentra la estatua ecuestre del Rey más amado por los franceses a lo largo de toda sus historia.
Su recorrido es de 238 metros y su anchura es de 20. Tiene siete arcos en la parte que une la orilla derecha y la Îlé de la Cité, y cinco entre ésta y la orilla izquierda.
Además, dispone de aceras para los peatones (las primeras de París) y de "balcones" en forma de semicírculos sobre cada una de las columnas. Estos balconcillos son aprovechados actualmente por comerciantes de menudencias para instalar allí sus tenderetes.
Existen 384 mascarones que adornan la cornisa, tanto aguas arriba como aguas abajo.
Si arquitectónicamente fue una revolución en su momento, no lo fue menos económicamente para la ciudad.
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